jueves, 7 de julio de 2011

((La fiesta de Madame de Poisy_))



Había abierto un elegante sobre que contenía una hermosa tarjeta de invitación. Remitía Madame de Poisy y en ella me invitaba, a la próxima fiesta que daría en su casa. (Fiesta íntima rezaba la invitación) Difícilmente se podría denominar casa a su hogar, en realidad es un monumental e inmenso palacete, con bellos y extensos jardines, cuadras con bellos ejemplares; amplios salones y corredores donde una fiesta se transformaba en un acontecimiento notable. Solamente una vez había visitado la mansión Poisy, y fue cuando falleció el rico y viejo marido de Madame de Poisy, me hacía feliz la nueva oportunidad que se me ofrecía para visitar un lugar tan encantador.

Si bien había escuchado comentarios respecto a las fiestas que allí se daban, pero nunca les presté atención, me parecían cotilleos de salón.

En la invitación detallaban que, la fiesta estaría amenizada por una orquesta, cantantes, habría malabares, juegos con premios para los invitados, y lo que más me sorprendió fue que nos instaban a llevarnos un cordel de seda del color de nuestro vestido.

Solo me asaltaba una duda, ¿estaría el Caballero, Dubet? Había coincidido en alguna que otra fiesta, y me parecía un personaje a tener en cuenta, aunque ahora decían que era el nuevo acompañante de la viuda de Poisy, Hecho que no me importaba en absoluto, sabía de las preferencias de Dubet, pues habíamos tenido algo así como un romance, y a las fiestas a las cuales íbamos nos habíamos perdido antes de acabar los brindis. Era un amante excelente y de una imaginación desbordante, aunque no superaba la mía.

La noche de la fiesta finalmente llegó, me puse un vestido en seda rojo, y un maquillaje arrebatador,...subí a mi coche indiqué al cochero la dirección. Al llegar al palacete, Madame de Poisy esperaba a sus invitados en el hall del mismo, vestida discreta pero elegantemente, al verme llegar, me saludó con cordialidad y sin dejar de mirarme me dijo que tenía que dedicarle unos minutos en cuanto terminasen de llegar los últimos invitados, y estos ya entraban por la puerta, me impresionó el cálido y agradable ambiente que se respira en la sala, el sonido de los frufús de los vestidos, los pocos invitados que allí estábamos vestidos con las mejores galas, percibíamos el ambiente relajado e intimo que allí había, lo único que sobresalía un poco, eran los cuatro hercúleos sirvientes, que por todo ropaje solo llevaban una ancha cadena al cuello y una minúscula tela, y que, a duras penas, conseguía taparles sus partes intimas. (Empezaba a pensar que los cotilleos sobre las fiestas de Madame de Poisy eran ciertos) Y eso  hacía que me gustase mucho más el estar allí.

Desde ya me recibió la música, las parejas que más que hablar susurraban, las que contemplaban la belleza del salón,, todo envuelto en el más glamouroso rumor. Me di cuenta que todas las personas que allí había formaban parejas, la única “solitaria” era yo, aunque nunca me importó el ir o no acompañada. Di una vuelta por tan agradable estancia admirando las maravillas que en ella había, al rato busqué una butaca y me senté confortablemente, tal vez con el deseo de que Dubet ya estuviera por allí,.

De pronto, una voz en mi oído me dice

¿Una copa de champaña Madame?

Levanté la vista algo disgustada, pues estaba distraída en mis pensamientos, y me sobresaltó la invitación, pude ver un elegante caballero de facciones angulosas y nariz recta, alguien, al cual no conocía, De sonrisa cautivadora y refinados modales. Se presento como Monsieur Roben, recién llegado del otro lado del mundo me dijo.

Una voz queda anunció que la cena estaba servida, y hacia allí me dirigí, con el caballero desconocido a mi lado, me ofreció su brazo el cual acepté,
En la mesa incluida la anfitriona solo éramos 10 comensales, (y Dubet no estaba entre nosotros) Lástima pensé
Madame de Poisy, hizo sonar una campanilla y cuatro nuevos sirvientes empezaron a servir la cena, estos al igual que los de la entrada, (que también se encontraban allí), iban igualmente "desvestidos", y con sus, más que notables sexos a punto de escapárseles.

Madame de Poisy, anunció que aquella Dama o Caballero que deseara tener a sus pies uno de sus sirvientes, no tenía nada más que tomar la cadena e indicarle la posición, ella por su parte ya tenía uno a sus pies, que le servía como escabel. Nos indicó que estaban a nuestra entera disposición y que podíamos usarlos como deseáramos.

Madame de Poisy también nos comentó que al final de la cena habría una especie de juego en el cual participaríamos todos. Mis ojos se iluminaron y un escalofrío de placer recorrió mi espalda, miré a Madame Poisy, y nos dedicamos una picara sonrisa, ambas dos nos habíamos “descubierto” y sabíamos que compartíamos “juegos”

La excitación empezó a flotar en el ambiente, junto con el roce de las sedas de los vestidos, también empezaron a oírse algunos leves gemidos, varios de los sirvientes habían desaparecido debajo de la mesa………
Continuará.....