Se sobresaltó más cuando notó un líquido caliente que caía sobre su pecho. Enseguida comprendió que era cera derretida. Le producía una quemazón que desaparecía casi instantáneamente, un dolor placentero y relajante. La “Alumna” fue vertiendo la cera caliente sobre el cuerpo del profesor, alternándolo con presiones de la ruedecita y azotes con la fusta que en ocasiones hacían saltar la cera que se había secado sobre la piel.
El tiempo transcurrió. El profesor pensó que la “Alumna” se había perdido su clase de equitación al permanecer en casa. Sonrió para sí mismo al darse cuenta de que no la había perdido del todo: durante un rato le había montado a él en la espalda, azuzándole con sus preciosas botas y sujetando con firmeza su mordaza, a modo de riendas. En ese momento el profesor estaba tumbado sobre la cama en el dormitorio de la “Alumna”, con las manos atadas con unas esposas de cuero al cabecero de la cama. Estaba algo dolorido, pero se sentía feliz. Las pinzas que seguían aprisionando sus genitales y pezones empezaban a molestarle, pero permaneció quieto y sin proferir una queja. La Señora se movía por la casa, en otra habitación.
- ¿Cómo se encuentra profesor? How do you feel?- dijo alegremente.
- Bien, aunque empiezan a dolerme las pinzas que me ha puesto.
- No se preocupe, se las quito ahora mismo.
La “Alumna” se acercó a la cama y soltó la venda de los ojos del profesor, que ahora podía ver, aunque un poco cegado por la luz. A continuación fue soltando las pinzas de los pezones, una a una. El dolor que sintió el profesor en aquel momento fue muy intenso y tuvo que reprimir un grito cerrando los ojos. Las pinzas dolían mucho más al quitarlas que al dejarlas puestas la “Alumna” sonrió y consoló al profesor acariciando su cara.
- Sssshhhh- susurró con dulzura mientras le masajeaba los pezones torturados- se le pasará el dolor enseguida.
- It hurts- susurró el profesor.
- How much?
- A lot…
Al quitar las pinzas del escroto el sufrimiento fue también muy intenso, lo mismo que al soltar lentamente la cuerdecita, que liberó el pene y los testículos lacerados del profesor. Durante unos minutos éste permaneció mudo, sobrecogido por el dolor.
- My teacher is suffering for his Mistress… But you are enjoying a lot, don’t you?
- Yes, I do.
- Would you like me to stop?
- No, please, go on..
La “Alumna” se levantó y se puso las manos sobre la cadera, moviendo ésta ligeramente hacia los lados y mostrando algo que el profesor no había visto hasta ese momento.
- Ahora dígame si le gusta lo que ve, profesor- dijo la “Alumna”.
El profesor se incorporó ligeramente y lo que vio le sorprendió y maravilló sobremanera. La “Alumna” se había colocado en su cintura un arnés que sostenía un hermoso consolador de látex, de color violeta, que ofrecía un curioso contraste con la bella figura femenina de su propietaria. Sonrió un poco y dijo que le gustaba mucho.
La “Alumna” chascó los dedos e indicó al profesor que se arrodillara. A continuación acercó su pene de látex al profesor y comenzó a rozar y acariciar su cara. El profesor cerró los ojos y abrió la boca. Ella introdujo su pene y él empezó a chuparlo lentamente, con los ojos cerrados, ensalivando el látex y metiéndolo de manera cada vez más profunda en su boca. Ella lo miraba con satisfacción y movía su cadera lentamente, para facilitar la felación.
- Profesor, lo hace muy bien, me está chupando maravillosamente. Se nota que le gusta –añadió maliciosamente
- Do you enjoy sucking my penis, professor?
çEl profesor no podía hablar, porque su boca estaba llena con el pene de látex. Se limitó a asentir con la cabeza mientras abría un momento los ojos y la miraba a ella desde abajo sin dejar de meter y sacar el consolador de su boca. A ella le gustó esa imagen. Él cerró los ojos y continuó chupando. Una gota de saliva resbaló por su comisura.
- I’m fucking your mouth, professor. And now I’ going to fuck your ass too.
El profesor gimió. Entonces ella ordenó que se diera la vuelta y se apoyara contra la cama, con las piernas abiertas y el culo expuesto.
La “Alumna” cogió un lubricante y lo extendió generosamente sobre el consolador ensalivado. Manipuló el ano del profesor para lubricarlo también y a continuación apoyó allí la punta del consolador. El profesor suspiró profundamente, pero se dejó hacer. Tras unos minutos de tanteo, el consolador fue penetrando lentamente en aquel territorio inexplorado. La “Alumna” no pudo evitar un gemido de placer al notar que le penetraba y lo poseía por completo, con firmes movimientos pélvicos que marcaban su absoluto dominio sobre él. Se sabía la plena triunfadora y una amplia sonrisa floreció en su cara mientras él suspiraba bajo las acometidas de su Ama.
Continuará....
uffff perverso y excitante como no podía ser de otra forma viniendo de UD, un relato perfectamente secuenciado de lo que es el dominio progresivo por parte de la Señora y la aceptación de igual forma por el sumiso que acaba con su sodomización como muestra el poder absoluto del AMA y la completa entrega del esclavo.
ResponderEliminarComo bien dices, no puede ser de otra manera.
ResponderEliminarEs curioso ver cómo pueden cambiar los papeles. La "Alumna" se convierte en profesora, maestra y dominadora de la escena, aleccionando al profesor, que es ahora su devoto y sumiso discípulo. A Ella le encanta la situación, porque admira y respeta al profesor, de manera que dominarlo le produce un inmenso placer y una maravillosa sensación de poderío.
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