martes, 11 de enero de 2011

G.A.Becquer


Hoy como ayer, mañana como hoy
¡y siempre igual!
Un cielo gris, un horizonte eterno
y andar... andar.

Moviéndose a compás como una estúpida
máquina el corazón;
la torpe inteligencia del cerebro
dormida en un rincón.

El alma, que ambiciona un paraíso,
buscándole sin fe;
fatiga sin objeto, ola que rueda
ignorando por qué.

Voz que incesante con el mismo tono
canta el mismo cantar,
gota de agua monótona que cae
y cae sin cesar.

Así van deslizándose los días
uno de otros en pos,
hoy lo mismo que ayer... y todos ellos
sin gozo ni dolor.

¡Ay! ¡a veces me acuerdo suspirando
del antiguo sufrir!
¡Amargo es el dolor pero siquiera
padecer es vivir!

1 comentario:

  1. Bellas palabras las de Bécquer. Sabedor de los sufrimientos que a menudo supone el amor, canta a ese dolor como algo gozoso, que da vida y sentido a la misma, frente a la monotonía plana y vacía de una vida sin el sentimiento intenso de la entrega (¿qué es el amor sin entrega?). ¿En qué tipo de entrega pensaba Bécquer? ¿En un amor casto y puro? ¿O tal vez su mente se ocupaba con pensamientos más turbios? Muchos podríamos hacer suyas sus palabras. "¡Ay! ¡a veces me acuerdo suspirando del antiguo sufrir!" Gozoso dolor, cómo te añoro. El dolor de la carne azotada, de la piel abrasada por ardientes gotas, de las entrañas invadidas por un extraño amigo. Feliz sufrimiento, tortura que nos une, ojos que se encuentran con los míos y se solazan mi agonía. ¡Como añoro y anhelo ese dolor!

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