viernes, 7 de enero de 2011
Soneto LVII
Siendo vuestro esclavo, ¿qué puedo hacer
sino esperar la hora e instante de vuestro deseo?
No tengo tiempo precioso que emplear,
ni deberes que cumplir, hasta que me aviséis.
Ni me atrevo a impacientarme ante la eternidad de las horas,
soberana mía, mientras contemplo el reloj aguardándoos;
ni pienso en la amargura cruel de la ausencia,
cuando habéis dicho adiós una vez a vuestro servidor.
Ni oso interrogar a mis pensamientos celosos
dónde podéis hallaros o dónde os llaman vuestros asuntos;
sino que, a manera de un triste esclavo, espero y no pienso en nada,
a no ser en cómo hacéis felices a aquellos a cuyo lado estáis.
El amor es un loco tan leal, que en todo cuanto hagáis,
sea lo que fuere, no halla mal alguno.
WILLIAM SHAKESPEARE
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La gran belleza de la esclavitud está en saber disfrutar de esa espera, intensa, anhelante, del objeto amado y deseado. Recrear cada instante pasado y saborearlo. Encontrar el punto en el que el sufrimiento se transforma en placer y sereno equilibrio. No hay mal en lo que haga nuestra Dueña ¿Es ese repiqueto lejano de tacones la señal de que Ella regresa? Nuestro corazón se agita, bombea incesante, animado de gozo. Todo el cuerpo tiembla..
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