miércoles, 17 de agosto de 2011

-((La fiesta de Madame de Poisy, (continuación)-))















Los sirvientes nos seguían por el largo pasillo a cuatro patas, y algunas Damas iban subidas a ellos como si de monturas se tratara, comprobé que éramos más Damas que Caballeros.



Al avanzar por el largo pasillo, todo tapizado con una gruesa alfombra rojo sangre, preciosos cuadros en las paredes, lámparas de fino y tallado cristal, uno apreciaba la elegancia y la riqueza del palacete, al llegar a una de las puertas, está se abrió y fuimos entrando poco a poco, la luz era tenue, y lo que se adivinaba de la estancia, me sorprendió y aceleró mi respiración, al fondo entre un cortinaje de terciopelo rojo se apreciaba una hermosa cruz de San Andrés, cadenas colgando de las paredes, poleas del techo, bancos y mesas dispuestas a lo largo de la habitación, y colgando de una de las paredes, Látigos, fustas, varas de avellano, cuerdas, cadenas, correas de cuero, antifaces.



La noche se presentaba deliciosa, al fondo de la estancia pude distinguir la silueta de un cuerpo masculino, cuyos brazos colgaban de lo que parecía ser una cuerda atada a una argolla en el techo, la tenue luz no me dejaba adivinar más, llevaba una capucha en la cabeza y era imposible saber de quién se trataba, lo que si se apreciaba era un torso ancho y unas piernas torneadas y fuertes.

Un escalofrío de placer recorrió mi espalda, pensando que quizás fuese Dubet, pero desde mi posición no podía asegurarlo, y las luces titilantes de las velas no ayudaban a su reconocimiento.

Madame de Poisy se acercó a mi, y con una sonrisa maliciosa en un susurro, me dijo que el “regalo” que pendía de la cuerda era para mi, que incluso una vez finalizada la fiesta y si ese era mi deseo, podría llevármelo para mi servicio personal, pues había sido entrenado para ello, su nombre era séptimo, pero que podía cambiarle el nombre por el que más me gustase. Pero había una condición, no debía quitarle la máscara hasta el final de la velada, difícil condición pero intentaré cumplirla le dije sonriendo a Madame de Poisy.

Mis ojos se iluminaron y mi mente empezó a bullir tramando situaciones con mi “regalo”, me acerqué a él, para comprobar como era mi “regalo” y posiblemente mi futura posesión, Empecé a inspeccionarle por todas partes, buena boca, buenos músculos, buen culo, buen sexo, que se puso erecto nada más acercarme, que curioso pensé, llevará un resorte? Lo que si llevaba eran dos aros en los pezones, otro aro de oro en la base del pene, también tenía el espacio para poner el signo de posesión, justo en el lugar que a mi me gustaba, ni un asomo de vello en todo su cuerpo, pareciera como si me hubieran leído la mente y habían puesto todo aquello que me satisfacía



Mis dedos paseaban por el cuerpo del “colgado” mis manos le azotaban, mis uñas le dejaban surcos en la piel, una piel que empezaba a tornarse roja en las zonas en las cuales yo le “manipulaba” La excitación iba increscendo, La música las velas los licores el ambiente todo hacía que mi cuerpo temblase de excitación.



A todo esto el sirviente que me había entretenido durante la cena seguía a mis pies, lamiéndolos lentamente con la misma devoción y esmero, subía por mis piernas, llegaba a mis muslos, se entretenía en la curva de mi rodilla, para volver a bajar, con todo ello mi excitación estaba disparada, y con un tirón de la cadena puse su cara en mi sexo, el colgado se excitó aún más, al ver como el sirviente me lamía succionaba y me proporcionaba un orgasmo, cuando termino de limpiarme, le aparté de un puntapié y me dispuse a ver que pasaba por la sala, pues había perdido por completo la atención de la misma, mis ojos no daban crédito a lo que allí estaba sucediendo y mi excitación empezó de nuevo......Continuará.

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