martes, 6 de marzo de 2012

La Dama del tren (II)


El viaje en el tren fue de lo más intenso, Alejandro obediente descalzó con sumo cuidado a la Dama, la masajeo los pies lentamente, los impulsos de besar y lamer aquellos pies eran inmensos, pero no se atrevía, pues no sabía la reacción de Marta, aparte había algunos pasajeros cerca, si bien no le veían dando el masaje si podían verle besándola los pies, pensaba que no podría aguantar mucho en esa situación, las manos se le iban por las piernas su pene se puso erecto y Marta al darse cuenta le propinó un pequeño golpe con el pie, lo que momentáneamente hizo que le aplacara la excitación. Alejandro no pudo más y con disimulo se agachó al suelo, besó y lamió aquellos divinos pies, con devoción y con una pasión casi desenfrenada,. Marta complacida le dijo que cuando llegasen al destino la acompañase.

Al salir de la estación Marta se dirigió a un coche, fuera de este la esperaba un chico algo mayor que Alejandro, este llevaba un gran ramo de rosas que entregó a Marta (gracias perrin le susurró al oído, mientras con un dedo le acariciaba la mejilla) éste la ayudó con la maleta y a acomodarse en el interior del vehículo, e indicó a Alejandro que se sentara delante con él, Marta hizo las presentaciones de rigor, Carlos este es Alejando Alejandro este es Carlos, ambos se saludaron educadamente, Carlos preguntó si directos a casa, a lo que Marta le dijo que si, Carlos emprendió la marcha por las calles de Madrid, que a esas horas estaban algo colapsadas, con lo que Alejandro pudo contemplar otra parte de la ciudad que el no conocía, cuando llegaron al edificio de Marta Carlos bajó primero y abrió la puerta de Marta tendiéndole su mano para ayudarla a bajar del coche, Alejandro se bajó del coche y esperó, Alejando coge la maleta y Carlos puedes marcharte, si te necesito ya te llamaré, de acuerdo Señora.



Alejando iba detrás de Marta y al llegar al portal ésta le dió las llaves para facilitarla el acceso abrió la puerta y Marta entró caminaron por un pequeño pasillo hasta llegar a la zona de los ascensores Alejandro abrió la puerta para que Marta entrase y esta pulsó el piso, cuando la puerta se abrió lo hizo directamente el piso de Marta, cosa que sorprendió a Alejandro y más cuando vió las magnificas vistas que se divisaban desde los grandes ventanales.

Deja la maleta en el suelo y desnúdate, en mi casa la única que va vestida soy yo, azorado Alejandro procedió a cumplir las órdenes de Marta,…. Señora me quito todo? Acaso eres tan torpe que no entiendes la palabra desnudo? Si Señora, arrodillate en el suelo y no te muevas hasta que yo te lo diga.



Así permaneció por un buen rato, aunque no sabía cuanto pues había perdido la noción del tiempo (esa manía suya de no llevar reloj) pero estimó que debía ser bastante pues ya tenía las piernas entumecidas.


Marta apareció ante sus ojos, bueno los pies de ella, con unos increíbles zapatos de tacón metálico, los tenía junto a sus ojos, la excitación al tener esa visión delante y la pasión le hizo tirarse a ellos, por lo que recibió un puntapié en la boca, y la advertencia de que hasta que no le fuese indicado no debía tocarlos. Tómatelo con calma, tienes mucho que aprender y yo voy a enseñarte.........Continuará.



2 comentarios:

  1. Es natural que ante esos zapatos Alejandro no pudiera contenerse.
    Calzarse así para estar en casa, era para provocarle, es muy perversa Marta..., yo creo que le apetecía propinarle un puntapié en la boca y con esas punteras le haría pupa.
    A mi Marta me parece una manipuladora y estoy deseando ver como le educa.
    Un sumiso conquistado por el carácter de Marta

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  2. No es difícil ponerse en la piel de Alejandro, sentir esa espera. Estaría escuchando si empezaba a oírse el repiqueteo de los tacones de Marta, el sonido de una cremallera subirse, el tintineo de las cadenas que se preparan para el juego. Sonidos mágicos que presagian lo que se avecina...

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