Todo se le hacía lento, y se veía deteniendo una ilusión para parar el tiempo,
a un reloj sin horas se aferraba, ahogándolo con su impaciencia,
y su memoria liquida y casquivana se diluía cuál rayo de luna
Compartía sin pensar sueños que en su memoria martilleaban sin cesar
Acortando caminos por atajos sinuosos, mientras en la mente cobraban vida, las necesidades a las que no iba renunciar, desbordándose entero, sin condiciones, atado sin remisión y rendido a las invisibles horas
Entregando su vida al ritmo marcado por ese reloj.
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